La
política de Aristóteles
Para
un desarrollo adecuado de la temática de la redacción creemos
importante responder a las siguientes cuestiones: ¿qué entiende
Aristóteles por política?, ¿qué relación tiene la Política con
la Ética?, ¿qué importancia tiene la sociedad?, ¿cuál es el fin
del Estado?, ¿qué formas de gobierno son viables?, ¿existe una
forma de gobierno ideal?, ¿todos los ciudadanos son iguales? y
¿frente a qué tipo de filosofía reacciona Aristóteles? A
continuación comenzaremos por explicar el tema de la redacción.
Aristóteles
identifica a veces la Política con la ciencia general de la
felicidad y, por tanto, incluiría a la Ética como una parte de
ella. Reflexiona sobre las leyes, la organización política y las
instituciones adecuadas para conseguir la felicidad colectiva. Más
que el modelo de lo que debería ser una sociedad perfecta o justa,
lo que le interesa a Aristóteles es determinar las características
del espacio social en el que se ha de desarrollar la vida del hombre.
También bosquejará tímidamente su sociedad ideal, pero al igual
que en otros aspectos de su obra se sentirá más atraído por el
análisis de la experiencia, en este caso, el de la experiencia de la
vida colectiva o social del hombre.
Según Aristóteles, la ciencia de la felicidad tiene dos ramas: la
Ética y la Política. La primera se encargaría de investigar el
tipo de vida y la clase de bienes que conducen a la felicidad del
individuo. La segunda, en cambio, se ocuparía de investigar cuál es
la forma de organizar políticamente el Estado y qué leyes e
instituciones son las más convenientes para la felicidad. Por tanto,
para Aristóteles, la Política y la Ética persiguen el mismo fin:
la felicidad. La diferencia es que la Ética reflexiona sobre la
felicidad del individuo y la Política lo hace sobre la felicidad de
la sociedad. De ahí que Aristóteles sostenga que la felicidad de
muchos es un bien mayor que la felicidad de uno solo. Además, en la
Ética a Nicómaco, Aristóteles insiste en la función moral
y educadora de las leyes y de la política, y dice lo siguiente: “La
política pone el mayor cuidado en dotar a los ciudadanos de cierto
carácter y de hacerlos buenos y capaces de realizar acciones
nobles.”
Respecto
al origen y constitución de la sociedad Aristóteles mantendrá la
teoría de la sociabilidad natural del hombre. Defiende el carácter
natural de la sociabilidad humana, es decir, que los seres humanos
somos sociales por naturaleza. De acuerdo con Aristóteles, los seres
humanos solo podemos desarrollarnos como personas en convivencia con
los demás, por lo que la sociedad no es ninguna creación
artificial, sino que es parte de nuestra constitución humana más
básica y elemental. Vivir con las demás personas forma parte de
nuestra condición humana, porque los seres humanos no somos
autosuficientes, sino que necesitamos integrarnos en la sociedad para
sobrevivir. “Es pues manifiesto que la ciudad es por naturaleza
anterior al individuo, pues si el individuo no puede de por sí
bastarse a sí mismo, deberá estar con el todo político en la misma
relación que las otras partes lo están con su respectivo todo. El
que sea incapaz de entrar en esta participación común, o que, a
causa de su propia suficiencia, no necesite de ella, no es más parte
de la ciudad, sino que es una bestia o un dios.” Por todo
esto, Aristóteles reflexiona sobre cuál es el fin de la sociedad.
Aristóteles,
considera que el fin de la sociedad y del Estado es garantizar el
bien supremo de los hombres, su vida moral e intelectual; la
realización de la vida moral tiene lugar en la sociedad, por lo que
el fin de la sociedad, y del Estado por consiguiente, ha de ser
garantizarla. De ahí que considere injusto todo Estado que se olvide
de este fin supremo y que vele más por sus propios intereses que por
los de la sociedad en su conjunto. De ahí también la necesidad de
que un Estado sea capaz de establecer leyes justas, es decir, leyes
encaminadas a garantizar la consecución de su fin. Las relaciones
que se establecen entre los individuos en una sociedad son, pues,
relaciones naturales. Aristóteles estudia esas "leyes" de
las relaciones entre los individuos tanto en la comunidad doméstica,
la familia, como en el conjunto de la sociedad, deteniéndose también
en el análisis de la actividad económica familiar, del comercio y
del dinero. Aristóteles comenzará sus investigaciones sobre este
tema estudiando las distintas formas de organización social que
realmente existían en su tiempo. Para ello examinó en detalle las
constituciones escritas que regulaban el funcionamiento de las
distintas polis griegas.
Al
comparar los distintos sistemas de gobierno, Aristóteles llegó a la
conclusión de que todos ellos podían dividirse en dos grandes
grupos. Algunas formas de organización social son justas, porque
están orientadas a lograr el bien común de todos los ciudadanos.
Sin embargo, también hay formas políticas injustas que únicamente
pretenden obtener un bien particular para beneficiar a los que tienen
el poder. A su vez, los sistemas políticos justos pueden
clasificarse en tres modalidades, dependiendo del número de personas
que controlen el poder. La monarquía, el gobierno del más noble con
la aceptación del pueblo y el respeto de las leyes, para
Aristóteles, es un régimen justo en el que el poder supremo es
ejercido por una sola persona. La aristocracia también es un sistema
justo de gobierno, pero en este caso el poder está controlado por un
grupo de individuos, los mejores. Finalmente, la democracia es una
forma de gobierno justa, que busca el bien común y en la que el
poder está en manos del pueblo. Por su parte, los regímenes
injustos también se pueden clasificar del mismo modo. Un régimen
injusto controlado por una sola persona es una tiranía, donde uno se
hace con el poder violentamente y gobierna sin respetar
la justicia, por lo que se opone a la monarquía. La tiranía
no busca el bien común, sino que solo aspira a beneficiar al tirano
que tiene el poder. Cuando el gobierno está al servicio de un grupo
de personas, los más ricos, el régimen se denomina oligarquía, el
cual se opone a la aristocracia. Finalmente, la demagogia, que se
opone a la democracia, es un gobierno injusto en el que la mayoría
ejerce el poder para beneficiarse a sí misma, sin preocuparse del
bienestar del resto de la población. Debido a esto, Aristóteles no
creía que pudiera determinarse una forma ideal de gobierno que
tuviera validez general.
El
análisis que había llevado a cabo le hizo ver que hay grandes
diferencias entre unos Estados y otros. Para saber cuál es la mejor
forma de gobierno en cada caso, habría que estudiar las
particularidades del territorio, la economía y la sociedad. Por eso
hay ciudades en las que el mejor sistema de gobierno es la monarquía,
otras en las que lo ideal es que gobierne la aristocracia y otras en
las que una democracia es la opción más adecuada. Sin embargo,
conviene recordar que, para Aristóteles, una forma de gobierno solo
es justa y legítima cuando busca el bien común, por encima del bien
particular de los que gobiernan. No obstante, Aristóteles reconoce
que, si hubiera que diseñar una forma política preferible a las
demás, lo ideal sería que tuviera un tamaño medio, ni demasiado
grande ni demasiado pequeña. Si el territorio del Estado es
demasiado grande, los ciudadanos no se conocen entre sí y eso hace
que resulte muy complicado administrarlo y gobernarlo adecuadamente.
Si, por el contrario, el tamaño es demasiado pequeño, el Estado no
será autárquico, es decir, no podrá abastecerse a sí mismo. Así
pues, lo ideal es que el Estado tenga un tamaño intermedio, similar
al de una polis griega. Además, lo mejor sería establecer un
gobierno moderado que tratase de evitar los excesos. Por eso, lo más
aconsejable es que el poder esté en manos de la clase media, que es
más justa y equilibrada. Aristóteles pensaba que, cuando los ricos
tienen el poder, se corre el riesgo de que lo empleen para
enriquecerse aún más. Del mismo modo, si son los pobres los que
gobiernan, probablemente se aprovechen de la situación para salir de
la pobreza despojando a los demás de sus bienes. Sin embargo, la
clase media no es ni muy rica ni muy pobre, por lo que es de esperar
que huya de las actividades extremas y gobierne de forma justa y
moderada. A la hora de exponer el pensamiento político de
Aristóteles, conviene recordar que para él no todas las personas
somos iguales.
Aristóteles
creía que algunos seres humanos son, por naturaleza, superiores en
racionalidad respecto de otros que no dan muestra de tenerla
suficientemente para tomar decisiones correctas, por lo que unos
deben mandar y otros obedecer. Para Aristóteles, la esclavitud es
una realidad natural que se deriva de este hecho. Hay quienes son
amos por naturaleza, al igual que otros son naturalmente esclavos o
incapaces de gobernarse racionalmente a sí mismos . Del mismo modo,
Aristóteles creía que los hombres son naturalmente superiores a las
mujeres, lo cual justifica que el varón domine sobre la mujer. “La
hembra es hembra en virtud de cierta carencia de cualidades”. En
este sentido la filosofía de Aristóteles es una reacción frente a
otro tipo de filosofías, como la de Platón.
Platón
considera que para que un sistema político sea justo es necesario
que decidan quienes realmente saben lo que es adecuado y bueno para
todos. Por tanto, el poder no debe estar en manos del pueblo, sino de
los sabios que verdaderamente conocen lo que conviene hacer. , sin
tomar en consideración las situaciones y características
específicas de cada pueblo. Platón llegó a la conclusión de que
la democracia era un sistema equivocado e injusto cuando el régimen
democrático de Atenas sentenció a Sócrates a morir envenenado. Su
condena es la prueba de que la mayoría no siempre adopta las
decisiones correctas. Platón creía que una sociedad bien ordenada
es aquella en la que reina la justicia y sus gobernantes piensan en
el bien común. Esto solo será posible cuando cada persona se
dedique a aquello que mejor hace, sin interferir en las actividades
para las que no esté bien dotada. Así, en una sociedad ideal,
quienes tienen un alma apetitiva se ocuparán de cuestiones
materiales, que son las que más les interesan y formarán la clase
de los artesano; mientras que los que tienen un alma irascible
deberían ocuparse de defender a la sociedad de sus enemigos y
constituirán la clase de los gobernantes. El gobierno de la ciudad
estará reservado a aquellos en los que prevalezca el alma racional,
los únicos capacitados para comprender en qué consiste el Bien y la
Justicia, Ideas universales y objetivas que deben inspirar las
decisiones de los gobernantes. Por eso, quienes son capaces de
captarlas conocen la auténtica verdad y pueden basarse en ella para
gobernar con justicia, formarán la clase de los filósofos
governantes. Por lo tanto, el mando político debe confiarse a los
filósofos, que son los únicos capacitados para conocer lo que
realmente conviene a toda la sociedad, es por ello que el modelo de
gobierno perfecto para Platón podría llamarse sofocaracia. En la
propuesta política de Platón hay un elemento que se opone a lo que
entonces pensaban Aristóteles y, en general, todas las personas de
su época. Platón afirmaba que los hombres y las mujeres tienen las
mismas capacidades y que, por lo tanto, ambos pueden dedicarse a la
filosofía y al gobierno por igual, siempre y cuando tengan un alma
racional.
En
conclusión, Aristóteles considera que la política trata de la
felicidad del conjunto de la sociedad; Aristóteles estaba
convencido de que el ser humano es social por naturaleza, ya que
vivir con las demás personas forma parte de nuestra condición
humana, además, Aristóteles clasifica los sistemas políticos en
función de si están orientados a lograr el bien común de todos los
ciudadanos o si pretenden obtener un bien particular para beneficiar
a los que tienen el poder. Es por esto que, según Aristóteles, no
existe un sistema político ideal, cualquier régimen puede ser justo
si atiende al bien común aún cuando afirmaba que algunos seres
humanos están destinados por naturaleza a mandar, mientras que otros
deben obedecer; Aristóteles discrepó del planteamiento político de
Platón ya que éste defendió la monarquía de los filósofos como
mejor forma de gobierno en todos los caso, mientras que Aristóteles
a la hora de proponer la mejor forma de gobierno tenía en cuenta las
situaciones y características de los gobernados. No obstante,
Aristóteles rechazó la equiparación entre hombres y mujeres
realizada por Platón.
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