LA POLÍTICA
La
Política es una de las obras de madurez de Aristóteles. En ella se refleja el carácter empírico de su filosofía, es decir, realiza un estudio
de las leyes de diferentes ciudades antes de fijar su pensamiento
político. Para una mejor comprensión de su concepción política,
procederemos a responder a una serie de preguntas que nos guiarán a
lo largo de esta disertación : ¿se establece alguna relación entre
la política y la ética aristotélica?; ¿acaso se podría ser feliz
en una ciudad mal gobernada? ; ¿puede una ciudad corrupta formar
seres humanos virtuosos, capaces de alcanzar la felicidad? ; ¿cómo
entonces define Aristóteles al ser humano para diferenciarlo del
animal? ; ¿dónde realmente encuentra el ser humano su felicidad? ;
¿cuál es la mejor forma de gobierno?
Antes
de contestar a las preguntas planteadas, primeramente empezaremos con
un primer párrafo de introducción hacia lo que nuestro filósofo
griego entiende con política.
Aristóteles
plantea una política mucho más pragmática que la de Platón,
basada en la realidad y en las circunstancias de cada sociedad. La
política no es más que una ciencia práctica, y es por eso que la
importancia de la observación y la experiencia en la política del
mismo es esencial para entender sus ideas. La política se
ocuparía entonces de investigar cuál es la forma de organizar
políticamente el Estado y qué leyes e instituciones son las más
convenientes para alcanzar la felicidad. Por eso, para Aristóteles,
la Ética y la política persiguen ambas el mismo fin: la felicidad.
La
ética y la política son, para Aristóteles, ciencias prácticas,
saberes que investigan el modo recto de comportarse para poder
decidir libremente por sí mismos. Pero mientras la ética reflexiona
sobre el fin del individuo, la política tiene como objetivo el fin
de la ciudad. Por ello, afirmamos que la ética conduce de un modo
natural a la política ; pero si hablamos sobre la felicidad del
individuo, no podemos olvidar de que esa felicidad tan sólo se logra
en compañía de otros seres humanos, es decir, en la ciudad. De ahí
que Aristóteles considere a la política un saber superior, pues la
felicidad de muchos es un bien mayor que la felicidad de uno solo.
Vemos entonces
que la manera correcta de actuar es siempre en grupo ya que: “Nadie
sabe todo, todos saben algo, entre todos saben mucho”. Así,
podemos sostener que el buen gobierno de la ciudad es una garantía,
y hasta podríamos decir que una condición, para la vida feliz de su
ciudad.
Antes
de afrontar esta cuestión, tenemos que tener claro y no olvidarnos
nunca de que es la ciudad la que se encarga de educar a sus
individuos. Teniendo esto en cuenta, responderemos al mismo tiempo a
la segunda y tercera pregunta planteadas en la introducción, ya que
establecen grandes relaciones. La respuesta a ambas preguntas es
claramente un NO. De esta manera, decimos que la política sería la
continuación de la ética, y del mismo modo, la ética queda
subordinada a la política. De esta manera entonces el individuo
también estará subordinado a la ciudad, ya que el hombre no es
autosuficiente, sino que necesita de la ciudad para vivir. Mientras
la ciudad se basta así misma; ésta si que puede prescindir de un
individuo concreto. Decimos que la ciudad es autárquica
(autosuficiente) porque no depende de nada, mientras que el ser
humano concreto depende de la ciudad. Esto lo podemos relacionar con
una metáfora donde consideraríamos a la ciudad como el cuerpo de
una persona humana, del cual el individuo sería tan sólo uno de los
brazos o piernas de esta. En consecuencia a todo esto, el hombre
necesita de la ciudad para su supervivencia. Pero no sólo de una
necesidad material o económica, sino que se trata incluso de una
necesidad moral.
Por
eso en la política aristotélica aparecen dos descripciones del
hombre, que nos van orientando a la forma de vida en la polis. Para
este pensador griego, el hombre es “el animal que tiene logos” ,
y a su vez define logos como “razón, pensamiento, inteligencia,
sentido...”. El logos es entonces esa diferencia específica del
ser humano que nos separa del resto de animales. El hombre es, así,
el animal que habla , que tiene un lenguaje con el que poder
comunicarse, y el que incluso es capaz de compartir sus ideas y sus
pensamientos con los demás. Lo más característico sería entonces
el lenguaje, lo que le permite al ser humano compartir otras palabras
con otros seres humanos. Esta dimensión comunicativa del ser humano
es la que nos permite calificar al hombre como un animal “político”
, que hoy lo podríamos entender mejor como “social”. El hombre
para Aristóteles entonces , se realiza dentro de la sociedad como un
elemento indispensable para alcanzar la felicidad.
Aristóteles
está convencido de que existe algo así como un arte de vivir bien y
de ser felices que puede aprenderse a través de la experiencia y de
la práctica, y también con la ayuda de otros individuos y de la
comunidad (la polis). Gracias a este arte de vivir bien, podemos
aprender a desarrollar las excelencias(virtudes) del alma humana, en
cuyo ejercicio constante consiste la felicidad. El arte de vivir bien
y de ser feliz lo llama Aristóteles sabiduría o inteligencia
práctica y lo califica como el saber propio del hombre prudente.
Cabría interpretar que una solución aristotélica intermedia sería
que: la vida “más feliz” sería quizás la alcanzable para los
dioses. El ser humano debe conformarse con una vida feliz en la que
se ve en relación con otros seres humanos. Por ello, la felicidad a
escala humana se alcanzaría poniendo en práctica las virtudes
aprendidas en la polis y llevando una vida práctica; de manera que
la vida en sociedad termina siendo una condición de posibilidad de
la sabiduría: para Aristóteles sin ciudad, no habría sabiduría
posible. De este modo, la ciudad se convierte en el lugar propio de la vida
buena, de la felicidad. Nadie puede ser feliz fuera de la ciudad.
Para ello, Aristóteles divide a los gobiernos según dos criterios:
número de gobernantes y fin con el que se gobierna.
Así
entonces, habría gobiernos moralmente buenos que serían aquellos
que gobiernan en función del bien común, y gobiernos degenerados
que son aquellos en los que se apunta a un fin particular.
Primeramente, clasificamos a los gobiernos “buenos” como aquellos
en los que el sistema político se basa en una monarquía(gobierna
uno solo) , aristocracia (gobierna un grupo reducido) y república
(gobierno constitucional) ; ya que en los tres casos gobiernan
tratando de buscar el bien común. Y por otro lado, los gobiernos
“malos” : tiranía, oligarquía y demagogia; de éstos estaría
en contra ya que tales funciones que realizan están enfocadas a
intereses individuales. Como podemos comprobar, la política de
Aristóteles es realista y se aleja de cualquier clase de
simplificación. El carácter empírico y práctico le impide dar un
mismo modelo para todos los seres humanos. Por ello, el mejor
gobierno para él se decantaría por una aristocracia de las clases
medias, gobernada por los mejores, es decir, los individuos más
virtuosos, ya que éste como es razonable, tiende a alcanzar el
intermedio que Aristóteles llama término medio que lo considera
como lo mas justo.
En
conclusión, Aristóteles en su libro La Política
correspondiente al final de la obra Ética a Nicómaco, expresa que
la investigación sobre la ética necesariamente desemboca en la
política y por ello trata en buena parte sobre la “filosofía de
los asuntos humanos”. También se apoya en las cosas referidas a la
“polis” o antigua ciudad griega, siempre reconociendo la
necesidad de tener en cuenta las condiciones geográficas, sociales y
culturales de cada pueblo, y todas las circunstancias particulares
que pueden hacer preferible un modelo distinto al que él apoya.