viernes, 28 de diciembre de 2018

LA POLÍTICA.


LA POLÍTICA

La Política es una de las obras de  madurez de Aristóteles. En ella se refleja el carácter empírico de su filosofía, es decir, realiza un estudio de las leyes de diferentes ciudades antes de fijar su pensamiento político. Para una mejor comprensión de su concepción política, procederemos a responder a una serie de preguntas que nos guiarán a lo largo de esta disertación : ¿se establece alguna relación entre la política y la ética aristotélica?; ¿acaso se podría ser feliz en una ciudad mal gobernada? ; ¿puede una ciudad corrupta formar seres humanos virtuosos, capaces de alcanzar la felicidad? ; ¿cómo entonces define Aristóteles al ser humano para diferenciarlo del animal? ; ¿dónde realmente encuentra el ser humano su felicidad? ; ¿cuál es la mejor forma de gobierno?
Antes de contestar a las preguntas planteadas, primeramente empezaremos con un primer párrafo de introducción hacia lo que nuestro filósofo griego entiende con política.

Aristóteles plantea una política mucho más pragmática que la de Platón, basada en la realidad y en las circunstancias de cada sociedad. La política no es más que una ciencia práctica, y es por eso que la importancia de la observación y la experiencia en la política del mismo es esencial para entender sus ideas. La política se ocuparía entonces de investigar cuál es la forma de organizar políticamente el Estado y qué leyes e instituciones son las más convenientes para alcanzar la felicidad. Por eso, para Aristóteles, la Ética y la política persiguen ambas el mismo fin: la felicidad.

La ética y la política son, para Aristóteles, ciencias prácticas, saberes que investigan el modo recto de comportarse para poder decidir libremente por sí mismos. Pero mientras la ética reflexiona sobre el fin del individuo, la política tiene como objetivo el fin de la ciudad. Por ello, afirmamos que la ética conduce de un modo natural a la política ; pero si hablamos sobre la felicidad del individuo, no podemos olvidar de que esa felicidad tan sólo se logra en compañía de otros seres humanos, es decir, en la ciudad. De ahí que Aristóteles considere a la política un saber superior, pues la felicidad de muchos es un bien mayor que la felicidad de uno solo. Vemos entonces que la manera correcta de actuar es siempre en grupo ya que: “Nadie sabe todo, todos saben algo, entre todos saben mucho”. Así, podemos sostener que el buen gobierno de la ciudad es una garantía, y hasta podríamos decir que una condición, para la vida feliz de su ciudad.

Antes de afrontar esta cuestión, tenemos que tener claro y no olvidarnos nunca de que es la ciudad la que se encarga de educar a sus individuos. Teniendo esto en cuenta, responderemos al mismo tiempo a la segunda y tercera pregunta planteadas en la introducción, ya que establecen grandes relaciones. La respuesta a ambas preguntas es claramente un NO. De esta manera, decimos que la política sería la continuación de la ética, y del mismo modo, la ética queda subordinada a la política. De esta manera entonces el individuo también estará subordinado a la ciudad, ya que el hombre no es autosuficiente, sino que necesita de la ciudad para vivir. Mientras la ciudad se basta así misma; ésta si que puede prescindir de un individuo concreto. Decimos que la ciudad es autárquica (autosuficiente) porque no depende de nada, mientras que el ser humano concreto depende de la ciudad. Esto lo podemos relacionar con una metáfora donde consideraríamos a la ciudad como el cuerpo de una persona humana, del cual el individuo sería tan sólo uno de los brazos o piernas de esta. En consecuencia a todo esto, el hombre necesita de la ciudad para su supervivencia. Pero no sólo de una necesidad material o económica, sino que se trata incluso de una necesidad moral.



Por eso en la política aristotélica aparecen dos descripciones del hombre, que nos van orientando a la forma de vida en la polis. Para este pensador griego, el hombre es “el animal que tiene logos” , y a su vez define logos como “razón, pensamiento, inteligencia, sentido...”. El logos es entonces esa diferencia específica del ser humano que nos separa del resto de animales. El hombre es, así, el animal que habla , que tiene un lenguaje con el que poder comunicarse, y el que incluso es capaz de compartir sus ideas y sus pensamientos con los demás. Lo más característico sería entonces el lenguaje, lo que le permite al ser humano compartir otras palabras con otros seres humanos. Esta dimensión comunicativa del ser humano es la que nos permite calificar al hombre como un animal “político” , que hoy lo podríamos entender mejor como “social”. El hombre para Aristóteles entonces , se realiza dentro de la sociedad como un elemento indispensable para alcanzar la felicidad.

Aristóteles está convencido de que existe algo así como un arte de vivir bien y de ser felices que puede aprenderse a través de la experiencia y de la práctica, y también con la ayuda de otros individuos y de la comunidad (la polis). Gracias a este arte de vivir bien, podemos aprender a desarrollar las excelencias(virtudes) del alma humana, en cuyo ejercicio constante consiste la felicidad. El arte de vivir bien y de ser feliz lo llama Aristóteles sabiduría o inteligencia práctica y lo califica como el saber propio del hombre prudente. Cabría interpretar que una solución aristotélica intermedia sería que: la vida “más feliz” sería quizás la alcanzable para los dioses. El ser humano debe conformarse con una vida feliz en la que se ve en relación con otros seres humanos. Por ello, la felicidad a escala humana se alcanzaría poniendo en práctica las virtudes aprendidas en la polis y llevando una vida práctica; de manera que la vida en sociedad termina siendo una condición de posibilidad de la sabiduría: para Aristóteles sin ciudad, no habría sabiduría posible.  De este modo, la ciudad se convierte en el lugar propio de la vida buena, de la felicidad. Nadie puede ser feliz fuera de la ciudad. Para ello, Aristóteles divide a los gobiernos según dos criterios: número de gobernantes y fin con el que se gobierna.

Así entonces, habría gobiernos moralmente buenos que serían aquellos que gobiernan en función del bien común, y gobiernos degenerados que son aquellos en los que se apunta a un fin particular. Primeramente, clasificamos a los gobiernos “buenos” como aquellos en los que el sistema político se basa en una monarquía(gobierna uno solo) , aristocracia (gobierna un grupo reducido) y república (gobierno constitucional) ; ya que en los tres casos gobiernan tratando de buscar el bien común. Y por otro lado, los gobiernos “malos” : tiranía, oligarquía y demagogia; de éstos estaría en contra ya que tales funciones que realizan están enfocadas a intereses individuales. Como podemos comprobar, la política de Aristóteles es realista y se aleja de cualquier clase de simplificación. El carácter empírico y práctico le impide dar un mismo modelo para todos los seres humanos. Por ello, el mejor gobierno para él se decantaría por una aristocracia de las clases medias, gobernada por los mejores, es decir, los individuos más virtuosos, ya que éste como es razonable, tiende a alcanzar el intermedio que Aristóteles llama término medio que lo considera como lo mas justo.







En conclusión, Aristóteles en su libro La Política correspondiente al final de la obra Ética a Nicómaco, expresa que la investigación sobre la ética necesariamente desemboca en la política y por ello trata en buena parte sobre la “filosofía de los asuntos humanos”. También se apoya en las cosas referidas a la “polis” o antigua ciudad griega, siempre reconociendo la necesidad de tener en cuenta las condiciones geográficas, sociales y culturales de cada pueblo, y todas las circunstancias particulares que pueden hacer preferible un modelo distinto al que él apoya.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Las excelencias del carácter como términos medios: la individualización de la excelencia.

Trabajo elaborado por el alumnado del IES NIT DE L´ALBÀ, y corregido por el profesor del que se omite el nombre, en cumplimiento de la ley de protección de datos.

Las excelencias del carácter como términos medios: la individualización de la excelencia

Para un desarrollo adecuado de la temática de la redacción creemos importante responder a las siguientes cuestiones: ¿Que es el alma?, ¿Como se divide el alma?, ¿Que es el término medio?, ¿El término medio se aplica a todo el mundo por igual en las mismas circunstancias?, ¿Podemos crear nuestro propio término medio?, ¿Para que sirve el término medio?

Aristóteles distingue  dos clases de seres; los vivos y los inertes. Así pues todos los seres dotados de vida (los vivos) tienen alma, pero distribuida en diferentes grados de complejidad y perfección. El alma más perfecta y más compleja de todas es el alma humana porque es capaz de realizar el mayor número de actividades y funciones, entre ellas, la vegetativa, la animal y la racional. No obstante, para vivir humanamente es necesario proponérselo  y esforzarse, ya que aún siendo humanos uno puede elegir otros caminos de la vida: una vida desordenada volcada a los placeres, la vida irreflexiva e inconsciente.

Según Aristóteles el alma humana tiene dos funciones: la racional y la irracional. La función racional que es aquella que  es exclusiva de los seres humanos. Esta función racional se despliega en dos facultades: la facultad científica que es aquella que le permite al ser humano  llegar a alcanzar conocimientos y verdades necesarias, ya que el conocimiento científico sólo es posible sobre aquello que no puede ser de otra manera;  y la facultad calculadora o deliberativa con la que el alma puede llegar a conseguir opiniones probables y razonables, sobre aquello que puede ser de muchas maneras, es decir, sobre lo probable o contingente. Otra función del alma es la irracional que es aquella que el hombre comparte con los animales que realiza las funciones vitales. Esta función irracional se despliega en dos dimensiones: la vegetativa que es la que realiza las funciones vitales de los organismos tales como las plantas: nutrición, crecimiento y reproducción; y la deseante que es la función por la que se crean los deseos y las pasiones.

Una vez explicada el alma y sus funciones explicaremos las virtudes éticas y los vicios. Las virtudes éticas son excelencias que resultan del control y dirección que la función deliberativa del alma racional realiza sobre la función apetitiva o deseante del alma irracional, por tanto, se relacionan con las pasiones y los deseos irracionales. Para que el alma alcance la excelencia en su funcionamiento es necesario que su función apetitiva se deje gobernar por la función racional deliberativa o calculadora. Las virtudes éticas exigen ejercitar bien la razón para regular las tendencias irracionales del alma. Es por esta razón que Aristóteles establece como virtuoso el término medio entre los extremos, porque para encontrar el término medio es imprescindible ejercitar la función deliberativa o prudencia. Lo contrario de estas virtudes son los vicios, que son hábitos o disposiciones de nuestro carácter que no están dirigidos por la función deliberativa o calculadora y nos predisponen a elegir el mal y lo perjudicial para nosotros mismos. Para elegir los extremos del término medio, simplemente hay que dejarse llevar por las pasiones irracionales de la función deseante. Estos vicios ya sea por exceso o por defecto nos apartan de nuestro perfeccionamiento como seres humanos ya que nos apartan de la racionalidad que nos distingue del resto de seres,  y por consiguiente nos apartan de nuestro fin natural:  la felicidad.

Ahora que ya sabemos qué es el alma, conocemos sus funciones y las virtudes éticas podemos empezar a hablar sobre nuestro tema de la redacción, explicando así qué es el término medio. El término medio es la regla de la razón a la que deben ajustarse las pasiones para estar bien gobernadas. Toda virtud ética o excelencia del carácter, para Aristóteles es el término medio entre los dos extremos de una pasión o una acción, por el contrario, los vicios son los extremos (exceso o defecto) de una pasión o acción. Mediante la regla del término medio la razón pone orden en el desordenado mundo de las pasiones del alma irracional y permite establecer el equilibrio natural en el individuo. Al gobernar sus pasiones y sus acciones según esta regla, el ser humano perfecciona su naturaleza racional y se encamina a la buena vida, a la vida feliz, a la que está naturalmente orientado, en definitiva, a su fin natural.

Según Aristóteles el término medio es propio de cada uno y cada uno modificará su término medio dependiendo de la situación en la que se encuentre. En este sentido,  Aristóteles define virtud de esta forma “un hábito o disposición para elegir, que consiste en un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquella mediante la cual decidiría el hombre prudente”. De esta definición hemos de tener en cuenta dos aspectos: por una parte, el término medio no se trata de un punto equidistante a dos extremos, como el  4 lo es del 2 y del 6, sino de un termino medio flexible, relativo a cada uno y a cada situación concreta, ese término podrá ser modificado. Por ejemplo, dice Aristóteles, para un gimnasta principiante comer un kilogramo de alimento puede ser un exceso, mientras que para un gimnasta ya experimentado y de gran masa muscular es insuficiente. A ello hemos de añadir que cada persona ha de conocer su tendencia natural, si, por ejemplo, si por su manera de ser espontánea, uno es propenso a la avaricia, el término medio, la generosidad, estaría más inclinada hacia la prodigalidad o despilfarro, para contrapesar y equilibrar la balanza; por otra parte, puesto que el término medio se relaciona con lo que elegiría el hombre prudente, es imprescindible conocer los usos, costumbres de la sociedad y los modelos de virtud,  y en qué punto esos modelos establecen la elección del término medio, para ser objeto de alabanza por sus conciudadanos. En este sentido, Aristóteles nos recuerda que el término medio de la valentía está más próximo de la temeridad que de la cobardía, haciendo referencia a la polis en la que él vivió. 

Por tanto, para calcular el término medio relativo a cada persona y en cada situación hace falta la facultad calculadora o deliberativa del alma racional. En este sentido la tarea de la inteligencia práctica es discurrir bien para calcular con acierto el término medio. El prudente es aquel que tras examinar bien cada situación y a sí mismo,  acierta con el término medio en las pasiones y acciones. Para aprender a ser prudente se necesita mucha experiencia, madurez y buen conocimiento de las propias limitaciones y capacidades, pues estas limitaciones y capacidades influyen y son importantes a la hora de determinar el término medio.

En conclusión, para Aristóteles todos los seres dotados de vida  tienen alma, pero distribuida en diferentes grados de complejidad y perfección. El alma más perfecta y más compleja de todas es el alma humana; el alma tiene dos funciones: la primera es la función racional, esta función racional se despliega en dos facultades: la facultad científica y la facultad calculadora con la que el alma puede llegar a conseguir opiniones probables y razonables de aquello que puede ser de muchas maneras; otra función del alma es la irracional que  se despliega en dos dimensiones: la vegetativa, y la deseante que es la parte en la que se crean los deseos y las pasiones; para que el alma alcance la excelencia en su funcionamiento es necesario que su función apetitiva se deje gobernar por la función racional; el término medio es la regla de la razón a la que deben ajustarse las pasiones para estar bien gobernadas; mediante la regla del término medio la razón pone orden en el desordenado mundo de las pasiones del alma irracional y permite establecer el equilibrio natural en el individuo; este término medio  es flexible y relativo a cada uno y a cada situación concreta. Finalmente, el prudente es aquel que tras examinar bien cada situación, su singularidad, y el modelo social alabado generalmente, acierta con el término medio en las pasiones y acciones. 


El PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO.


PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO



¿Que es el conocimiento sensible? ¿Y el intelectual? ¿Cual es el punto de partida de todo conocimiento ? ¿Puede entrar en contacto el entendimiento directamente con la forma? ¿Como captamos la realidad de una sustancia? ¿Que dos tipos de entendimiento distingue Aristóteles? ¿Hay diferencias entre la teoría de Aristóteles con la de Platón? ¿Coinciden Platón y Aristóteles en algún punto?



De un modo general podemos entender por conocimiento todo saber que se puede justificar racionalmente y que es objetivo. En este sentido distinguimos el conocimiento de la mera opinión, de la creencia, de la fe o de las ilusiones de la imaginación. De acuerdo con su visión, Aristóteles piensa que sólo hay conocimiento intelectual en la medida en que hay conocimiento sensible que deriva directamente de la sensación y es un tipo de conocimiento inmediato y fugaz, desapareciendo con la sensación que lo ha generado. El conocimiento sensible es propio de los animales inferiores. En los animales superiores, sin embargo, al mezclarse con la memoria sensitiva y con la imaginación puede dar lugar a un tipo de conocimiento más persistente. Ese proceso tiene lugar en el hombre, generando la experiencia como resultado de la actividad de la memoria, una forma de conocimiento que, sin que le permita a los hombres conocer el porqué y la causa de los objetos conocidos, les permite, sin embargo, saber que existen, es decir, la experiencia consiste en el conocimiento de las cosas particulares.



El conocimiento intelectual es la actualización de lo universal que se encuentra en potencia en el conocimiento sensible. Lo universal, dirá Aristóteles, se obtiene de lo particular mediante la abstracción: cuando el hombre capta a través de los sentidos algún objeto, se forma en su fantasía (imaginación) una imagen del mismo. En esa esa imagen se recoge su materia;   la forma, lo universal, se encuentra en ella sólo en potencia. Pero el entendimiento agente vuelca su actividad sobre esa imagen, que se encuentra en la fantasía y consigue desmaterializarla, descubriendo así la forma, es decir, lleva al acto la universalidad que se encuentra en potencia en la imagen. Una vez realizado esto, el mismo entendimiento agente pasa la forma al entendimiento pasivo o paciente, y éste conoce lo universal. Según Aristóteles, el entendimiento pasivo es claramente individual y muere con el hombre; sin embargo, la naturaleza del entendimiento agente queda oscura en su obra, como si fuera supraindividual e, incluso, inmortal. Para Aristóteles, el conocimiento puede ser conocimiento de dos temas: puede ser conocimiento de lo necesario e inmutable (saber teórico), y  puede ser conocimiento de lo contingente (saber práctico, moral o político)



El conocimiento sensible es, pues, el punto de partida de todo conocimiento, que culmina en el saber. Y Aristóteles distingue en la Metafísica tres tipos de saber: el saber productivo, el saber práctico y el saber contemplativo o teórico. El saber productivo que es el que tiene por objeto la producción o fabricación, el saber técnico. El saber práctico  remite a la capacidad de ordenar racionalmente la conducta, tanto pública como privada. El saber contemplativo representa la forma de conocimiento más elevado, que conduce a la sabiduría.



El punto de partida del conocimiento lo constituyen, pues, la sensación y la experiencia, que nos pone en contacto con la realidad de las sustancias concretas. Pero el verdadero conocimiento es obra del entendimiento y consiste en el conocimiento de las sustancias por sus causas y principios, entre las que se encuentra la causa formal, la esencia. Al igual que para Platón, para Aristóteles conocer, propiamente hablando, supone estar en condiciones de dar cuenta de la esencia del objeto conocido. De ahí que el conocimiento lo sea propiamente de lo universal, de la forma o de la Idea. Pero para Aristóteles la forma se encuentra en la sustancia, no es una entidad subsistente, por lo que es absolutamente necesario, para poder captar la forma, haber captado previamente, a través de la sensibilidad, la sustancia.
El entendimiento no puede entrar en contacto directamente con la forma; cuando el hombre nace no dispone de ningún contenido mental, por lo que entendimiento no tiene nada hacia lo que dirigirse: es a través de la experiencia cómo se va nutriendo el entendimiento de sus objetos de conocimiento, a través de un proceso en el que intervienen la sensibilidad, la memoria y la imaginación. Mediante la acción de los sentidos, en efecto, captamos la realidad de una sustancia, de la que, mediante la imaginación, elaboramos una imagen que contiene los elementos materiales y sensibles de la sustancia, pero también los formales. Es sobre esta imagen sobre la que actúa el entendimiento, separando en ella lo que hay de material de lo formal.
Aristóteles distingue dos tipos de entendimiento, el agente y el paciente; el entendimiento entra en contacto con la imagen sensible; el entendimiento agente realiza propiamente la separación de la forma y la materia, quedándose con el elemento formal que expresa a través de un concepto en el que se manifiestan, por lo tanto, las características esenciales del objeto.
Para ser más claros y que se entienda mejor, el conocimiento comienza por los sentidos. Tenemos vista, olfato, gusto y tacto, a través de los cuales captamos un objeto. Por ejemplo: Delante de mí tengo ahora una silla . En primer lugar la veo, la palpo y se que es una silla (no hace falta que chupe la silla ni que la empiece a oler.) A través de los diferentes sentidos capto una información sobre la silla y esa información la unifico mediante el sentido común. El sentido común será por tanto el agente que unifica el conocimiento que he obtenido por los diferentes sentidos. Gracias a la imaginación podemos elaborar una imagen del objeto percibido y gracias a la memoria podemos retener esa imagen que hemos creado, de lo contrario la olvidaríamos. Aristóteles piensa que en este punto es donde interviene el entendimiento agente. Este, será capaz de abstraer el universal, la categoría del objeto. Es una especie de “chivato” que nos dice que ese objeto particular que tengo yo delante (la silla) pertenece a una categoría más general, el universal en este caso sería la silla. Por último, tenemos el entendimiento paciente, que ya he explicado anteriormente. Este, a partir de ahora, sabrá identificar que ese objeto que tenemos delante pertenece a la categoría silla. En algún momento Aristóteles indica que, del mismo modo que nuestra sensibilidad ve los objetos gracias a la luz, el intelecto paciente capta las formas  gracias a la luz que aporta el intelecto agente

Aristóteles y Platón presentan grandes diferencias, tanto respecto al valor atribuido al conocimiento sensible, como respecto a la actividad misma del entendimiento que para Platón ha de ser necesariamente discursivo, mientras que para Aristóteles resulta imposible llegar a conocer los universales sin la experiencia sensible que para Platón es aparente; además, Aristóteles rechaza explícitamente el innatismo del conocimiento, y nos lo presenta como el resultado del aprendizaje, es decir, por la coordinación racional de los elementos procedentes de la sensación, a través de la experiencia. Coinciden, sin embargo, en la consideración de que el verdadero conocimiento ha de serlo de lo universal, y no de los objetos singulares.

Metafísica y física.


Metafísica y física

¿Qué se entiende por metafísica?, ¿Qué son las sustancias y los accidentes?, ¿cómo se define sustancia? ¿En qué elementos se descompone la sustancia?, ¿Cómo es el universo para Aristóteles?, ¿Qué postula acerca del geocentrismo?¿Qué pone en funcionamiento este mecanismo?, ¿Cuál es la diferencia entre el sistema de esferas y la TierraA continuación comenzaré explicando los principios de la metafísica aristotélica.



La palabra metafísica fue utilizada por vez primera por Andrónico de Rodas, un filósofo griego que dirigió la escuela de Aristóteles, el Liceo,  desde el año 78 al 47 a. C.​ Andrónico de Rodas fue  el undécimo sucesor de Aristóteles en dicha dirección.Cuando la obra de Aristóteles cayó en manos de Andrónico, éste encontró una serie de escritos acerca de una "próte philosophía" o filosofía primera que carecían de título explícito. Andrónico les dio el título de metafísica, tá metá ta physiká (literalmente significa, los libros que se ubican, que se encuentran después de la Física) por estar localizados después de los ocho libros de Física. Por tanto la primera vez que fue utilizada la palabra metafísica fue para designar un orden biblionómico (orden de posición, o geolocalización, de libros en una biblioteca). Posteriormente la palabra pasó a significar la ciencia que estudia todo aquello que está más allá de la física, lo que no es experimentable por los sentidos, pero es la razón última de las cosas y que explica lo que experimentamos. Por ejemplo, nosotros vemos un estado sólido, líquido o gaseoso a través de la experiencia, pero no vemos con los sentidos ni la experiencia el H2O, o sustancia que está presente bajo la apariencia experimental de esos estados sólido, líquido y gaseoso. De este modo, lo que ocurre con el H2O ocurre con todo cuanto existe, es decir, lo que vemos por los sentidos, se explica desde algo que no vemos ni percibimos por los sentidos, eso que no vemos ni percibimos por los sentidos es lo que investiga y estudia la metafísica, pues está más allá de lo físico. 



 Para Aristóteles la metafísica se divide principalmente en dos apartados, la teología y la ontología. En esta redacción hablaremos sobre todo de la ontología. La ontología es la parte de la metafísica que estudia al ser en general y sus propiedades, Aristóteles se refiere a ella con la frese, “ser como ser”; “ente en cuanto a ente”. Es decir, es la ciencia que estudia el hecho de que todas las cosas sean o   existan, pues todas las cosas coinciden en el hecho de existir, la ciencia que trata de investigar este aspecto de las cosas es la ontología, el resto de ciencias estudia aspectos particulares, como por ejemplo la física, la relación de los cuerpos y el movimiento; la ética el bien; la política, la justicia; la astronomía la organización y movimiento de los astros... En la ontología Aristóteles  señala que aquello en lo que coinciden las cosas al existir está relacionado con la  sustancia y los accidentes, pues todo cuanto existe, existe bajo estas dos modalidades: sustancia o accidente.




En castellano solemos utilizar la palabra cosa para referirnos a algo que existe con cierta independencia y autonomía respecto de otras entidades. La palabra cosa se aproxima mucho al concepto aristotélico de sustancia en ese aspecto de independencia y autonomía. En este sentido  sustancia o cosa,  o entidad es la categoría fundamental para referirnos a la realidad,  pues toda realidad es una cosa independiente o está relacionada con una cosa o sustancia independiente. En este sentido, el estado líquido está relacionado con algo independiente, el H2O, que es la cosa o sustancia. Así ese carácter independiente de la sustancia le permite soportar accidentes, o aspectos que son dependientes de la cosa para existir. Por ejemplo, el azul no existe por sí mismo, no es una sustancia, existe en un jersey, en una pelota..., por ello, el jersey y la pelota, actúan como cosas o sustancias, y el azul como dependiente de esas cosas o sustancias, pues no se daría el azul sin pelota ni sin jersey... .  Ahora bien, Aristóteles dice que podemos distinguir dos tipos de sustancias: la sustancia primera y la sustancia segunda. 

Podemos clasificar el concepto de sustancia en dos tipos, sustancias primeras, son aquellas que están constituidas por materia y forma, de manera indisoluble e inseparable, por Ejemplo Antonio Martínez, la materia sería el cuerpo y el alma sería la forma. De estas sustancias primeras percibimos los accidentes por los sentidos, (si es moreno, alto o bajo, robusto o flaco...),  y llegamos a la determinación de la sustancia segunda, es decir, de su forma o esencia, hombre a través del entendimiento agente, no de los sentidos. Pero en la sustancia primera, materia y forma son inseparables físicamente, sólo las puede separar el entendimiento por medio de un procedimiento que llamamos de abstracción, separación o distinción. Las sustancias segundas son los géneros o conceptos universales, por ejemplo, Antonio Martínez es hombre, y hombre es un concepto universal que está en el ser concreto que es Antonio Martínez, cuando prescindimos de sus accidentes. Aristóteles se planteó si los universales como hombre eran un producto de la imaginación o si eran reales, y llegó a la siguiente conclusión: los universales o sustancias segundas son objetivos y existen realmente, pero son una realidad derivada y dependiente de las sustancias primeras, los universales o definiciones son abstractos y  si no hay sustancias primeras no tienen sentido hablar de las sustancias segundas. 


El hilemorfismo es una palabra griega que significa materia-forma, por tanto, con ella nos referimos a la teoría aristotélica que  afirma que la sustancia se compone de materia y forma  de manera inseparable, en oposición a Platón que decía que las formas o ideas estaban en un mundo completamente separado de las cosas que percibimos por los sentidos. La teoría de la materia-forma o hilemorfismo nos ayuda a explicar además de cómo son las cosas, cómo son  los cambios que las cosas experimentan. Así toda cosa o sustancia tiene una materia primera y una forma sustancial o idea. Por ejemplo, la manzana se compone de materia prima e idea, forma manzana, pero cuando esa manzana se pudre, la materia primera sigue siendo la misma, pero cambia su forma o idea, y pasa a ser ahora humus, que se corresponde con otra forma o idea distinta de manzana. En este sentido  según Aristóteles, las cosas o seres son sustancia en acto (es decir, actualmente son algo),  pero tienen la potencia de llegar a ser otra cosa, poseen una fuerza  que les impulsa a transformarse. Esta fuerza o potencia es el motor de los cambios. Todo en la naturaleza tiende a actualizarse.  Esto se puede ver con el siguiente ejemplo: una cosa, como una bellota es en acto una bellota, pero potencialmente es una encina (árbol); a su vez la encina como cosa, es en acto una encina, pero es potencialmente humus, pues puede llegar a pudrirse y generar humus.  Por tanto, potencia y acto son los conceptos que describen las cosas o sustancias en tanto que cambian. 

En este sentido, observamos que en la naturaleza todo está en constante movimiento y en proceso de cambio, y podríamos afirmar que  todo lo que se mueve es movido por algo, pero esta concepción del cambio y del movimiento nos llevaría a una cadena de motores infinita, y una cadena de motores infinita no explicaría el movimiento sino que retrasaría infinitamente la explicación del movimiento y del cambio. Por eso Aristóteles postula que por lógica tiene que haber algo que no se mueva pero que provoque de una forma unitaria todo el movimiento. Aristóteles llama a este provocador de todo movimiento y cambio el   Primer Motor Inmóvil. Nos dice de él que es acto puro, pues si tuviese potencia no sería perfecto, pues tendría que desarrollar esa potencialidad alcanzando algo que le falta. También afirma de él que es la entidad que atrae hacia sí las actualizaciones del resto de seres; asimismo afirma que es Causa Final, dado que es el objetivo y finalidad hacia el que se dirigen todas las transformaciones de una manera unitaria. También habla del primer motor inmóvil como forma pura, puesto que la idea pura no tiene nada de materia ya que la materia existe para explicar el cambio, pero como no cambia, necesariamente es idea pura o forma pura, sin contaminación de materia. También dice que es la sustancia suprema que contiene y explica todas las sustancias primeras y segundas. 

Es muy importante notar que en Aristóteles la explicación última de todo es algo inmaterial que sólo se puede alcanzar con el pensamiento o función racional. Es decir, es como si el universo estuviese organizado en cosas o sustancias que, en virtud de su organización,  constituyen la cosa suprema o sustancia suprema, y que el hombre fuese la cosa o sustancia, que por su capacidad racional, tenga la finalidad de conocer la organización de las cosas concretas integradas en la cosa suprema o sustancia suprema. Este aspecto de su filosofía justifica su teoría ética del término medio, ya que, el término medio al no ser el mismo para cada individuo y en cada situación exige siempre el ejercicio del pensamiento o función racional específica humana, que nos conecta con el universo y con la sustancia suprema en un orden supremo. 


El concepto metafísico o Primer motor inmóvil le resulta útil a Aristóteles para explicar  la física. Para entender este concepto hablaremos sobre cómo veía el universo. Para él el universo es eterno, es decir, no tiene origen, es finito, tiene un límite externo, y por último, es pleno, ya que para Aristóteles el vacío es inconcebible.



La física  aristotélica defiende el geocentrismo, la teoría que postula que en el centro del universo está la tierra y a su alrededor giran unas esferas llamadas de  éter, , cada esfera de éter transporta un planeta distinto, estas esferas son concéntricas y están encajadas, es decir, como si fuera un engranaje, y el movimiento de la última esfera hace que la esfera contigua se mueva, y así se transmite el movimiento, pero ¿ qué pone en funcionamiento este mecanismo?, la respuesta de Aristóteles es el primer motor inmóvil.



El primer motor inmóvil es la esfera exterior; pone en marcha todo el mecanismo y es eterno; es inmóvil ya que en caso de que se moviera ya no sería el primer motor; y como se dijo ya es puro acto ya que no tiene la posibilidad de cambiar ni moverse; es pura forma ya que no puede ser materia, porque la materia comporta cambios; y se identifica con la divinidad, ya que es la explicación última o causa del universo. Explicado todo esto se nos plantea otra gran pregunta, ¿Cuál es la diferencia entre el sistema de esferas y la Tierra?

Llamamos supralunar al conjunto de esferas compuestas por éter, que es un material incorruptible y eterno, por este motivo las esferas tienen un movimiento circular, regular y perfecto. Y llamamos sublunar a la Tierra, que está compuesta por tierra, aire, agua y fuego, cada uno tiende a ocupar su lugar natural, aunque la esfera lunar crea unas turbulencias que mezclan los elementos y dan lugar a un mundo donde reina el desorden, el caos y la corrupción. Pero, según Aristóteles, los cuatro elementos: agua, aire, fuego y tierra se mueve tendiendo hacia su lugar natural: la tierra hacia abajo, el fuego hacia arriba y el agua y el aire entre la tierra y el fuego según sean más fríos o sólidos o más cálidos o  etéreos. 



En conclusión, la metafísica es la ciencia que estudia todo aquello que está más allá de la física, lo que no es experimentable por los sentidos, pero es la razón última de las cosas, y que explica lo que experimentamos; dentro de la metafísica Aristóteles distingue la ontología, que es la ciencia que estudia el hecho de que todas las cosas sean o   existan, pues todas las cosas coinciden en el hecho de existir; y para Aristóteles algo existe cuando es una sustancia, y las sustancias o entidades son la categoría fundamental para referirnos a la realidad, con ella Aristóteles se refiere a las realidades que tienen cierta independencia y autonomía, así la sustancia es la que soporta al resto de accidentes; Aristóteles distingue dos tipos de sustancias: las sustancias primeras, son aquellas que están constituidas de manera inseparable por materia y forma o esencia; las sustancias segundas son los géneros o conceptos universales;  con la teoría de la teoría de la materia-forma o hilemorfismo Aristóteles pretende explicar, además de cómo son las cosas, cómo son  sus cambios. Según Aristóteles, los seres son sustancia en acto (es decir, actualmente son algo),  pero tienen la potencia de llegar a ser otra cosa, poseen una fuerza interior que les impulsa a transformarse; 
como una cadena de motores infinita no explicaría el movimiento sino que retrasaría infinitamente la explicación del movimiento y del cambio, Aristóteles postula que por lógica tiene que haber algo que no se mueva pero que provoque de una forma unitaria todo el movimiento. Aristóteles llama a este provocador de todo movimiento y cambio el   Primer Motor Inmóvil, que es acto puro y forma pura; a través de este Primer Motor Inmóvil Aristóteles explica el movimiento supralunar, y el sublunar ofreciendo su teoría física del universo. 

miércoles, 19 de diciembre de 2018

La política de Aristóteles.


La política de Aristóteles
Para un desarrollo adecuado de la temática de la redacción creemos importante responder a las siguientes cuestiones: ¿qué entiende Aristóteles por política?, ¿qué relación tiene la Política con la Ética?, ¿qué importancia tiene la sociedad?, ¿cuál es el fin del Estado?, ¿qué formas de gobierno son viables?, ¿existe una forma de gobierno ideal?, ¿todos los ciudadanos son iguales? y ¿frente a qué tipo de filosofía reacciona Aristóteles? A continuación comenzaremos por explicar el tema de la redacción.
Aristóteles identifica a veces la Política con la ciencia general de la felicidad y, por tanto, incluiría a la Ética como una parte de ella. Reflexiona sobre las leyes, la organización política y las instituciones adecuadas para conseguir la felicidad colectiva. Más que el modelo de lo que debería ser una sociedad perfecta o justa, lo que le interesa a Aristóteles es determinar las características del espacio social en el que se ha de desarrollar la vida del hombre. También bosquejará tímidamente su sociedad ideal, pero al igual que en otros aspectos de su obra se sentirá más atraído por el análisis de la experiencia, en este caso, el de la experiencia de la vida colectiva o social del hombre.
Según Aristóteles, la ciencia de la felicidad tiene dos ramas: la Ética y la Política. La primera se encargaría de investigar el tipo de vida y la clase de bienes que conducen a la felicidad del individuo. La segunda, en cambio, se ocuparía de investigar cuál es la forma de organizar políticamente el Estado y qué leyes e instituciones son las más convenientes para la felicidad. Por tanto, para Aristóteles, la Política y la Ética persiguen el mismo fin: la felicidad. La diferencia es que la Ética reflexiona sobre la felicidad del individuo y la Política lo hace sobre la felicidad de la sociedad. De ahí que Aristóteles sostenga que la felicidad de muchos es un bien mayor que la felicidad de uno solo. Además, en la Ética a Nicómaco, Aristóteles insiste en la función moral y educadora de las leyes y de la política, y dice lo siguiente: “La política pone el mayor cuidado en dotar a los ciudadanos de cierto carácter y de hacerlos buenos y capaces de realizar acciones nobles.”
Respecto al origen y constitución de la sociedad Aristóteles mantendrá la teoría de la sociabilidad natural del hombre. Defiende el carácter natural de la sociabilidad humana, es decir, que los seres humanos somos sociales por naturaleza. De acuerdo con Aristóteles, los seres humanos solo podemos desarrollarnos como personas en convivencia con los demás, por lo que la sociedad no es ninguna creación artificial, sino que es parte de nuestra constitución humana más básica y elemental. Vivir con las demás personas forma parte de nuestra condición humana, porque los seres humanos no somos autosuficientes, sino que necesitamos integrarnos en la sociedad para sobrevivir. “Es pues manifiesto que la ciudad es por naturaleza anterior al individuo, pues si el individuo no puede de por sí bastarse a sí mismo, deberá estar con el todo político en la misma relación que las otras partes lo están con su respectivo todo. El que sea incapaz de entrar en esta participación común, o que, a causa de su propia suficiencia, no necesite de ella, no es más parte de la ciudad, sino que es una bestia o un dios.” Por todo esto, Aristóteles reflexiona sobre cuál es el fin de la sociedad.
Aristóteles, considera que el fin de la sociedad y del Estado es garantizar el bien supremo de los hombres, su vida moral e intelectual; la realización de la vida moral tiene lugar en la sociedad, por lo que el fin de la sociedad, y del Estado por consiguiente, ha de ser garantizarla. De ahí que considere injusto todo Estado que se olvide de este fin supremo y que vele más por sus propios intereses que por los de la sociedad en su conjunto. De ahí también la necesidad de que un Estado sea capaz de establecer leyes justas, es decir, leyes encaminadas a garantizar la consecución de su fin. Las relaciones que se establecen entre los individuos en una sociedad son, pues, relaciones naturales. Aristóteles estudia esas "leyes" de las relaciones entre los individuos tanto en la comunidad doméstica, la familia, como en el conjunto de la sociedad, deteniéndose también en el análisis de la actividad económica familiar, del comercio y del dinero. Aristóteles comenzará sus investigaciones sobre este tema estudiando las distintas formas de organización social que realmente existían en su tiempo. Para ello examinó en detalle las constituciones escritas que regulaban el funcionamiento de las distintas polis griegas.
Al comparar los distintos sistemas de gobierno, Aristóteles llegó a la conclusión de que todos ellos podían dividirse en dos grandes grupos. Algunas formas de organización social son justas, porque están orientadas a lograr el bien común de todos los ciudadanos. Sin embargo, también hay formas políticas injustas que únicamente pretenden obtener un bien particular para beneficiar a los que tienen el poder. A su vez, los sistemas políticos justos pueden clasificarse en tres modalidades, dependiendo del número de personas que controlen el poder. La monarquía, el gobierno del más noble con la aceptación del pueblo y el respeto de las leyes, para Aristóteles, es un régimen justo en el que el poder supremo es ejercido por una sola persona. La aristocracia también es un sistema justo de gobierno, pero en este caso el poder está controlado por un grupo de individuos, los mejores. Finalmente, la democracia es una forma de gobierno justa, que busca el bien común y en la que el poder está en manos del pueblo. Por su parte, los regímenes injustos también se pueden clasificar del mismo modo. Un régimen injusto controlado por una sola persona es una tiranía, donde uno se hace con el poder violentamente y gobierna sin respetar la justicia, por lo que se opone a la monarquía. La tiranía no busca el bien común, sino que solo aspira a beneficiar al tirano que tiene el poder. Cuando el gobierno está al servicio de un grupo de personas, los más ricos, el régimen se denomina oligarquía, el cual se opone a la aristocracia. Finalmente, la demagogia, que se opone a la democracia, es un gobierno injusto en el que la mayoría ejerce el poder para beneficiarse a sí misma, sin preocuparse del bienestar del resto de la población. Debido a esto, Aristóteles no creía que pudiera determinarse una forma ideal de gobierno que tuviera validez general.
El análisis que había llevado a cabo le hizo ver que hay grandes diferencias entre unos Estados y otros. Para saber cuál es la mejor forma de gobierno en cada caso, habría que estudiar las particularidades del territorio, la economía y la sociedad. Por eso hay ciudades en las que el mejor sistema de gobierno es la monarquía, otras en las que lo ideal es que gobierne la aristocracia y otras en las que una democracia es la opción más adecuada. Sin embargo, conviene recordar que, para Aristóteles, una forma de gobierno solo es justa y legítima cuando busca el bien común, por encima del bien particular de los que gobiernan. No obstante, Aristóteles reconoce que, si hubiera que diseñar una forma política preferible a las demás, lo ideal sería que tuviera un tamaño medio, ni demasiado grande ni demasiado pequeña. Si el territorio del Estado es demasiado grande, los ciudadanos no se conocen entre sí y eso hace que resulte muy complicado administrarlo y gobernarlo adecuadamente. Si, por el contrario, el tamaño es demasiado pequeño, el Estado no será autárquico, es decir, no podrá abastecerse a sí mismo. Así pues, lo ideal es que el Estado tenga un tamaño intermedio, similar al de una polis griega. Además, lo mejor sería establecer un gobierno moderado que tratase de evitar los excesos. Por eso, lo más aconsejable es que el poder esté en manos de la clase media, que es más justa y equilibrada. Aristóteles pensaba que, cuando los ricos tienen el poder, se corre el riesgo de que lo empleen para enriquecerse aún más. Del mismo modo, si son los pobres los que gobiernan, probablemente se aprovechen de la situación para salir de la pobreza despojando a los demás de sus bienes. Sin embargo, la clase media no es ni muy rica ni muy pobre, por lo que es de esperar que huya de las actividades extremas y gobierne de forma justa y moderada. A la hora de exponer el pensamiento político de Aristóteles, conviene recordar que para él no todas las personas somos iguales.
Aristóteles creía que algunos seres humanos son, por naturaleza, superiores en racionalidad respecto de otros que no dan muestra de tenerla suficientemente para tomar decisiones correctas, por lo que unos deben mandar y otros obedecer. Para Aristóteles, la esclavitud es una realidad natural que se deriva de este hecho. Hay quienes son amos por naturaleza, al igual que otros son naturalmente esclavos o incapaces de gobernarse racionalmente a sí mismos . Del mismo modo, Aristóteles creía que los hombres son naturalmente superiores a las mujeres, lo cual justifica que el varón domine sobre la mujer. “La hembra es hembra en virtud de cierta carencia de cualidades”. En este sentido la filosofía de Aristóteles es una reacción frente a otro tipo de filosofías, como la de Platón.
Platón considera que para que un sistema político sea justo es necesario que decidan quienes realmente saben lo que es adecuado y bueno para todos. Por tanto, el poder no debe estar en manos del pueblo, sino de los sabios que verdaderamente conocen lo que conviene hacer. , sin tomar en consideración las situaciones y características específicas de cada pueblo. Platón llegó a la conclusión de que la democracia era un sistema equivocado e injusto cuando el régimen democrático de Atenas sentenció a Sócrates a morir envenenado. Su condena es la prueba de que la mayoría no siempre adopta las decisiones correctas. Platón creía que una sociedad bien ordenada es aquella en la que reina la justicia y sus gobernantes piensan en el bien común. Esto solo será posible cuando cada persona se dedique a aquello que mejor hace, sin interferir en las actividades para las que no esté bien dotada. Así, en una sociedad ideal, quienes tienen un alma apetitiva se ocuparán de cuestiones materiales, que son las que más les interesan y formarán la clase de los artesano; mientras que los que tienen un alma irascible deberían ocuparse de defender a la sociedad de sus enemigos y constituirán la clase de los gobernantes. El gobierno de la ciudad estará reservado a aquellos en los que prevalezca el alma racional, los únicos capacitados para comprender en qué consiste el Bien y la Justicia, Ideas universales y objetivas que deben inspirar las decisiones de los gobernantes. Por eso, quienes son capaces de captarlas conocen la auténtica verdad y pueden basarse en ella para gobernar con justicia, formarán la clase de los filósofos governantes. Por lo tanto, el mando político debe confiarse a los filósofos, que son los únicos capacitados para conocer lo que realmente conviene a toda la sociedad, es por ello que el modelo de gobierno perfecto para Platón podría llamarse sofocaracia. En la propuesta política de Platón hay un elemento que se opone a lo que entonces pensaban Aristóteles y, en general, todas las personas de su época. Platón afirmaba que los hombres y las mujeres tienen las mismas capacidades y que, por lo tanto, ambos pueden dedicarse a la filosofía y al gobierno por igual, siempre y cuando tengan un alma racional.
En conclusión, Aristóteles considera que la política trata de la felicidad del conjunto de la sociedad; Aristóteles estaba convencido de que el ser humano es social por naturaleza, ya que vivir con las demás personas forma parte de nuestra condición humana, además, Aristóteles clasifica los sistemas políticos en función de si están orientados a lograr el bien común de todos los ciudadanos o si pretenden obtener un bien particular para beneficiar a los que tienen el poder. Es por esto que, según Aristóteles, no existe un sistema político ideal, cualquier régimen puede ser justo si atiende al bien común aún cuando afirmaba que algunos seres humanos están destinados por naturaleza a mandar, mientras que otros deben obedecer; Aristóteles discrepó del planteamiento político de Platón ya que éste defendió la monarquía de los filósofos como mejor forma de gobierno en todos los caso, mientras que Aristóteles a la hora de proponer la mejor forma de gobierno tenía en cuenta las situaciones y características de los gobernados. No obstante, Aristóteles rechazó la equiparación entre hombres y mujeres realizada por Platón.