Respecto
al origen y constitución de la sociedad mantendrá, al igual que
Platón, la teoría de la "sociabilidad natural" del
hombre. El hombre es un animal social, es decir, un ser que necesita
de los otros de su especie para sobrevivir. El núcleo originario de
la comunidad social o política es la familia. Las necesidades
naturales de los hombres llevan a la configuración de este pequeño
grupo social que será la base de organizaciones más amplias como la
aldea y la ciudad: "La familia es así la comunidad establecida
por la naturaleza para la convivencia de todos los días".
Aristóteles utiliza también el argumento del lenguaje para reforzar
su interpretación de la sociabilidad natural del hombre. El lenguaje
requiere la necesidad de otra persona para poder producirse. Por lo
que sería difícilmente explicable el fenómeno lingüístico si
partiéramos de la concepción de la anterioridad del individuo
respecto a la sociedad.
Por
otro lado, la propiedad es una parte integrante de la familia y la
posesión forma igualmente parte de la familia, puesto que sin las
cosas de primera necesidad los hombres no podrían vivir y menos
vivir dichosos. Se sigue de aquí que, así como las demás artes
necesitan de instrumentos especiales para llevar a cabo su obra, la
familia debe tener igualmente los suyos. Entre los instrumentos hay
unos que son inanimados y otros que son vivos. Por ejemplo, para el
patrón de un barco, el timón es un instrumento sin vida y el
marinero de proa un instrumento vivo. Conforme al mismo principio,
puede decirse que la propiedad no es más que un instrumento de la
existencia, la riqueza una porción de instrumentos y el esclavo una
propiedad viva. Lo mismo sucede con el señor y el esclavo. El señor
es simplemente señor del esclavo, pero no depende esencialmente de
él; el esclavo, por lo contrario, no es sólo esclavo del señor,
sino que depende de éste absolutamente. Esto prueba claramente lo
que el esclavo es en sí y lo que puede ser. Por una ley natural no
pertenece a sí mismo, sino que, no obstante ser hombre, pertenece a
otro, es naturalmente esclavo. Es hombre de otro el que, se convierte
en una propiedad, y como propiedad es un instrumento de uso y
completamente individual. Es preciso ver ahora si hay hombres que
sean tales por naturaleza o si no existen, y si, sea de esto lo que
quiera, es justo y útil el ser esclavo, o bien si toda esclavitud es
un hecho contrario a la naturaleza.
Cuando
un hombre es inferior a otros, tanto como lo son el cuerpo respecto
del alma y tal que es la condición de todos aquellos en quienes el
empleo de las fuerzas corporales es el mejor y único partido que
puede sacarse de su ser, se es esclavo por naturaleza. Estos hombres,
así como los demás seres de que acabamos de hablar, no pueden hacer
cosa mejor que someterse a la autoridad de un señor. Porque es
esclavo por naturaleza el que puede entregarse a otro y lo que
precisamente le obliga a hacerse de otro es el no poder llegar a
comprender la razón sino cuando otro se la muestra, pero sin
poseerla en sí mismo. La naturaleza misma lo quiere así, puesto que
hace los cuerpos de los hombres libres son diferentes de los de los
esclavos, dando a éstos el vigor necesario para las obras penosas de
la sociedad. Haciendo, por lo contrario, a los primeros incapaces de
doblar su erguido cuerpo para dedicarse a trabajos duros y
destinándolos solamente a las funciones de la vida civil.
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