La
ética, dice Aristóteles, tiene como objetivo alcanzar el fin propio
del hombre al que se dirigen todas las actividades humanas, es decir,
la felicidad. Todos nuestros actos tienen un fin, por ejemplo:
estudiar tiene por fin aprobar, aprobar obtener un título y obtener
un título tener acceso a otro título o al mercado laboral, etc.;
estas acciones tienen finalidades que a su vez tienen otros fines
pero aquel fin que se busca por sí mismo es el fin supremo y a eso
le damos el nombre de felicidad. Mientras que la ética se encarga de
la felicidad de un individuo la política trata de buscar la
felicidad de un conjunto social; a su vez, al ser el hombre un ser
sociable por naturaleza la felicidad del individuo está
indisolublemente unida a la felicidad del cuerpo social al que
pertenece, por lo que Aristóteles concluye que la ética es, en
realidad, una parte de la política, por lo que, la felicidad del
conjunto social es más importante que la del individuo.
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