La virtud para Aristóteles es la elección del término medio por la inteligencia práctica. Esa acción elegida por la inteligencia práctica desde el término medio ha de estar adecuada al individuo singular y a la situación. Para Aristóteles, el científico es aquél que busca la verdad metafísica de las sustancias concretas y la sustancia suprema. La matemática no trata de la sustancia, sólo puede calificarla cuantitativamente. Por tanto, la virtud del científico radica en analizar la sustancia con la razón de manera especulativa, pretender hacer de la matemática la verdadera ciencia, sería un error por exceso, y prescindir de ella totalmente, sería un error por defecto, por lo que, la virtud estaría en utilizar la matemática sólo como una posibilidad y herramienta para describir algo que, por naturaleza, no es matemático, la sustancia.
Aristóteles no consideraba a las matemáticas como una disciplina adecuada para el estudio de la esencia de los fenómenos naturales. Aristóteles advierte y aprecia la belleza de la geometría del triángulo y de las matemáticas en general, pero rechaza que los números y los entes geométricos constituyan la intimidad o esencia de las cosas y de los seres. Por tanto, para Aristóteles, las matemáticas sí que deforman la realidad.
Para Aristóteles, todo lo que llamamos cosas son sustancias: una manzana, una mesa, un caballo, un hombre; y las sustancias constituyen la auténtica realidad. Lo que Aristóteles quiere dejar claro es que la sustancia, es anterior y prioritaria respecto a las entidades matemáticas, y si las matemáticas pretendiesen conocer la sustancia y esencia de las cosas, entonces sí que deformarían la realidad. Ahora bien, si las matemáticas sólo aportan conocimiento cuantitativo, accidental sobre la sustancia y esencia, no deformarían la realidad. Dicho con un ejemplo: la manzana pesa 300 gramos, la esencia de la manzana nunca podría ser conocida por la matemática, si la matemática pretendiese reducir la esencia de la manzana a cantidades, de vitaminas, grasas, hidratos... etc., deformaría la esencia de manzana, es decir, nunca conocería la auténtica realidad de la manzana, pero si sólo aporta información sobre la esencia no matematizable de la manzana, entonces no deformaría la realidad. Son dos cuestiones diferentes, como dice Aristóteles, qué tipo de conocimiento se puede tener de algo, y qué tipo de ‘ser’ corresponde a las cosas. De ahí que afirme que, mientras que las entidades matemáticas son en potencia, es decir, como posibilidades, en cambio, en sentido propio sólo los objetos sustanciales son en acto, y esto significa que, sin la anterioridad de la actualidad de los objetos sustanciales, no cabrían entidades matemáticas.
SANDRA COVES TARÍ 2BAT-B
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