Aristóteles, vida y
contexto histórico y filosófico.
Vida
(384 a. de C. en
Estagira, Macedonia, actual Stavró. Calcidia 322 a. de C. )
¿Qué hecho de la vida
de Aristóteles le pudo llevar a cultivar la teleología o ciencia de
los fines?, ¿Qué filosofía aprendió Aristóteles de Platón y por
qué se distanció de ella?, ¿Por qué y cómo Aristóteles evitó
el riesgo de ser asesinado como lo había sido Sócrates?, ¿por qué
los discípulos de Aristóteles eran conocidos como peripatéticos?
Estas interesantes cuestiones encuentran una respuesta en los hechos
vividos por Aristóteles a lo largo de 62 años. ¿Qué nos puede
enseñar a nosotros la vida de Aristóteles?
Probablemente la mayor
pasión de Aristóteles fue la biología, el estudio y análisis de
los seres vivos y sus propiedades. Es muy probable que esta afición
por la biología le fuese inculcada por su padre, Nicómaco, que
había sido médico y amigo de Amintas II, rey de Macedonia. En este
sentido Galeno, nos dice que las familias de Asclepiadas (es decir,
de médicos) hacían aprender a sus hijos la disección y es posible
que Aristóteles tuviese alguna práctica en esta materia. La
observación de los seres vivos y sus peculiaridades va a llevar a
Aristóteles a desarrollar plenamente la teleología, (ciencia de
los fines), es decir, esa ciencia que estudia las cosas, los seres,
los entes, y en definitiva, la realidad, en función de los fines que
han de lograr. Esto es algo que se observa especialmente en los seres
vivos. Así, la finalidad de la bellota es germinar, crecer,
desarrollarse y convertirse en una magnífica encina que produzca
bellotas; la finalidad de un caballo es crecer, hacerse veloz y
fuerte, y esa fortaleza puede ser útil en la batalla; la finalidad
del ser humano es desarrollarse y llevar a plenitud sus
potencialidades naturales en una vida feliz. Pero precisamente esta
ciencia Aristóteles no la estudió en la Academia de Platón donde
ingresó con 18 años aproximadamente.
En efecto, Aristóteles
se desplazó de Estagira a Atenas para recibir una educación selecta
en la Academia de Platón, en la que permaneció casi 20 años. La
filosofía de Platón ejerció una influencia decisiva sobre
Aristóteles. La filosofía platónica se caracteriza por considerar
que el ser o la realidad última son ideas. Las ideas, para Platón,
son entidades inmutables, (que no cambian), inengendradas, (que no
nacen), imperecederas, (que no mueren), y por tanto eternas, son
paradigmáticas o modélicas, universales, y constituyen el
auténtico ser de las cosas. Estas ideas no se pueden conocer por los
sentidos sino sólo por la inteligencia, su conocimiento es el más
perfecto que se puede adquirir. Entre todas las ideas Platón destaca
la idea de Bien a la que sólo llega el filósofo, por eso, al
conocerla, puede enseñar lo que es bueno para la sociedad y para
cada individuo. En el polo opuesto a las ideas están las cosas que
vemos por los sentidos, éstas cambian, nacen, mueren y son copias, e
imitaciones de las ideas, son singulares y son una apariencia de la
realidad, se conocen por los sentidos que sólo nos proporciona un
conocimiento imperfecto, propio del ignorante. Aristóteles compartió
esta filosofía mientras permaneció en la Academia de Platón, pero
poco a poco fue marcando diferencias importantes con Platón,
principalmente porque Aristóteles consideró que Platón multiplicó
los problemas en vez de simplificarlos y los multiplicó al crear dos
mundos distintos, el de las ideas o inteligible, y el de las cosas o
sensible. Aristóteles considerará que sólo hay un mundo sensible y
experimentable del que podemos abstraer las ideas, sin ese mundo
sensible y empírico no podremos adquirir las ideas que Platón
colocaba en un mundo opuesto al sensible. Estas diferencias le
llevaron a Aristóteles a abandonar la Academia de Platón.
Aproximadamente en el año
348a. De C. , la dirección de la Academia pasó a un discípulo de
Platón llamado Espeusipo, que pretendía transformar la filosofía
platónica en matemáticas, algo con lo que Aristóteles no estaba de
acuerdo. Esto llevó a Aristóteles y otros discípulos de Platón a
abandonar la Academia. Ya en el año 343 a. de C. aproximadamente
Aristóteles fue invitado por Filipo, rey de Macedonia para hacerse
cargo de la educación de su hijo, Alejandro, futuro emperador del
mundo helénico. Durante este período Aristóteles se sirve de los
clásicos griegos como Homero y los trágicos para educar a Alejandro
y dedica, durante este tiempo, especial atención a los temas
políticos. Esta relación de Aristóteles con Filipo y Alejandro le
traerá problemas a la larga. Estos problemas vendrán porque la
democracia ateniense se consideraba la mejor forma de gobierno para
las ciudades-estado. Atenas, entonces, era una ciudad-estado, esto
permitía que los que eran ciudadanos podían tomar parte de la
asamblea y decidir respecto de las leyes de la ciudad y los asuntos
importantes. Esta característica facilitó la llegada de los
filósofos sofistas a Atenas. Asimismo este protagonismo activo en la
vida pública de los ciudadanos era muy importante para un desarrollo
en plenitud del ser humano que por naturaleza es un ser social. Pero,
más tarde, con la llegada al poder de Alejandro, sobre el 335 A. de
C. Aristóteles vuelve a Atenas y funda su propia escuela, el Liceo.
No obstante, Alejandro comienza una política expansionista desde
Macedonia que le llevará a suprimir las ciudades-estado para crear
el imperio helénico. Este imperialismo macedónico de Alejandro
irritó mucho a los atenienses porque perdieron el protagonismo que
tenían en la vida pública. Esto llevó a los atenienses a
desarrollar sentimientos en contra de Alejandro y su política
imperialista. Especialmente a la muerte del mismo Alejandro, en el
año 323, como Aristóteles había sido preceptor de Alejandro, el
mismo Aristóteles fue objeto de animadversiones. Probablemente
Aristóteles llegó a temer incluso que su vida pudiese asemejarse a
la de Sócrates que murió asesionado. Esto le llevó a abandonar
Atenas y refugiarse en Calcidia, una fortaleza protegida por
Macedonia. Aristóteles murió aquí en el año 322. Pero no hemos de
olvidar que 13 años antes de morir Aristóteles había fundado su
propia escuela en Atenas, el Liceo.
Fuera de la ciudad de
Atenas, al nordeste, probablemente entre el monte Lycabettus y el
Ilissus, se extendía un bosque consagrado a Apolo Lycius y a las
Musas, que había sido lugar favorito de Sócrates. Allí Aristóteles
arrendó algunas casas -como extranjero no podía comprarlas- y
fundó su escuela. Todas las mañana iba y venía paseándose con sus
alumnos, en las galerías o entre los árboles, y discutía con
ellos las cuestiones más profundas de la filosofía (Este hecho de
enseñar filosofía y filosofar paseando llevó a sus discípulos a
ganarse el epíteto de peripatéticos que traducido serían los que
caminan dando vueltas). De hecho los numerosos libros que nos han
llegado de Arisóteles es muy probable que sean apuntes que tomaron
sus discípulos de las clases de Aristóteles, o apuntes del mismo
Aristóteles para preparar sus clases en el Liceo.
La vida de Aristóteles
nos muestra como la misma familia puede ser ocasión para
sensibilizarnos con algún ámbito del conocimiento ya sea por tener
familiares en ese ámbito o por haber sentido la necesidad de tener
esos conocimientos y no disponer de ellos, ¿qué es lo más positivo
de mi familia?; también nos muestra la vida de Aristóteles la
necesidad de maestros y referentes que guíen nuestros pasos durante
nuestra juventud, para Aristóteles fue Platón, pero ¿quién
queremos que lo sea para nosotros?; del mismo modo que Aristóteles
fue preceptor de Alejandro está claro que nosotros en el futuro
ejerceremos una profesión ¿qué riesgos y ventajas tendrá esa
profesión no lo sabemos ahora? pero, debemos saber evitar esos
peligros como lo hizo Aristóteles y aprovechar las ventajas. Igual
que Aristóteles al final de su vida y después de tanto esfuerzo e
investigación tuvo algo que enseñar, ¿seremos capaces de elaborar
nuestra propia visión de la vida para compartir nuestra experiencia
con otras generaciones? La filosofía nos debe ayudar a hacerlo.
Contexto histórico y
filosófico de Aristóteles
Aristóteles recopiló
todo el saber filosófico que le precedió, pero no sólo recopiló
la filosofía anterior, sino que también elaboró su propio
pensamiento. En este sentido es conveniente responder a las
siguientes cuestiones. A la hora de configurar y crear su propio
pensamiento ¿en qué se asemeja y se distancia Aristóteles de los
presocráticos, de Sócrates, Platón y de los sofistas? Siguiendo el
ejemplo de Aristóteles ¿de qué doctrinas y fenómenos hemos de
distanciarnos nosotros hoy para pensar por nosotros mismos como en su
día lo hizo Aristóteles? ¿Qué podemos tomar del pensamiento de
Aristóteles y otros filósofos para enfrentarnos a los desafíos que
tenemos hoy en día?
De los filósofos
anteriores a Sócrates, o presocráticos, también conocidos
como los físicos por considerar que todo lo existente
encontraba su explicación en un principio o arkhé del que brotaba
todo, al que retornaba todo, y en el que se sostenía todo de acuerdo
a unas leyes fijas, de estos filósofos Aristóteles tomará la
importancia de la naturaleza como fuente de la que se origina todo a
partir de unas leyes eternas. En efecto, lo bueno para los filósofos
presocráticos viene determinado por ajustarse a las leyes naturales
ya que todos formamos parte del cosmos o naturaleza. Aristóteles
considera que el universo es una gran cosa o sustancia que está
constituida por cosas o sustancias específicas, y la especificidad
de la sustancia o cosa humana es disponer de racionalidad para
conocer cómo se relacionan y están organizadas las demás cosas o
sustancias en la sustancia suprema. En este sentido hemos de
recordar que Aristóteles afirmará que la virtud no se produce ni
por naturaleza, ni contra la naturaleza, sino por tener el ser humano
cierta aptitud natural que ha de desarrollar de acuerdo a su
condición de ser racional. Es decir, en la medida en que el hombre
tiene por naturaleza la capacidad de pensar, que le distingue de los
demás seres, toda decisión y acción ha de venir determinada por
esta capacidad. En este sentido la virtud moral o el término medio
al no ser nunca el mismo ya que depende del quién, del dónde, del
cuando, del para qué, exige siempre la actividad del pensamiento
para determinarlo con exactitud. Que la virtud debía determinarse
por la racionalidad también lo pensaba Sócrates, pero con una
diferencia muy profunda respecto a Aristóteles.
En efecto, Sócrates
defendía el intelectualismo moral, una doctrina que afirmaba que el
conocimiento racional del bien era condición necesaria y suficiente
para practicar o hacer cosas buenas. Es decir, quien conoce el bien o
la virtud necesariamente lo realizará y será virtuoso. Por ejemplo,
si un zapatero conoce qué es y cómo es el zapato perfecto, entonces
necesariamente producirá zapatos buenos. Alguien podría objetar que
podría hacerlos mal para vender más y ganar más, pero en ese caso
no sería un buen zapatero, sería un zapatero egoísta, no un buen
profesional. Aristóteles refuta esta doctrina argumentando que
conocer lo bueno es una condición, pero no por conocerlo
necesariamente lo practicamos. Por ejemplo, cualquier fumador sabe
que fumar es malo para la salud, pero esa sabiduría no le da toda la
fuerza que necesita para dejar de fumar todos los cigarrillos que
fuma cada día, ya que para dejar de fumar necesita realizar actos
singulares y concretos de renuncia, por ejemplo, necesita renunciar
varias veces al cigarro concreto de después de desayunar, y
convertir esos actos de renuncia en hábitos; por ejemplo, necesita
renunciar al cigarro concreto de después de comer, y convertir esos
actos de renuncia en hábitos; necesita renunciar al cigarro singular
de después de cenar y convertir esos actos de renuncia en hábitos,
etc., etc. por lo que la virtud no está en el conocimiento sino en
una cierta disposición para actuar según determinados hábitos.
Pero Aristóteles no sólo pensaba diferente de Sócrates, también
lo hacía respecto a Platón, discípulo de Sócrates.
Como ya dijimos al hablar
de la vida de Aristóteles no sólo rechazó la separación que
Platón hacía de las ideas y de las cosas, y el intelectualismo
moral que defendían Sócrates y Platón, sino que también rechazó
la teoría del placer que proponía Platón. Platón consideraba que
el placer era una gratificación corporal, pero el cuerpo para
Platón, además de la cárcel del alma, también era principio de
ignorancia, por lo que, para adquirir verdadero conocimiento, era
necesario privar al cuerpo de placer con una vida ascética para que
el alma pudiese desarrollarse adecuadamente sin obstáculos
corporales y conocer en profundidad las ideas. Para Aristóteles el
placer y dolor lo compartimos con los animales y lo mamamos desde
niños, pero ha de ser objeto del arte y la virtud, por tanto, el
placer del virtuoso no es equivalente al placer que compartiríamos
con los animales ni el que nos seduce como niños, sino que el placer
y dolor del virtuoso es el resultado de una manera de conducirse de
acuerdo a la elección del término medio desde la racionalidad
práctica que nos mostrará cómo, cuándo, dónde, con quién y en
qué medida nos hemos de apenar y alegrar. Esta diferencia con Platón
no nos puede llevar a pensar que Aristóteles pensara de forma
próxima a los enemigos de Platón y Sócrates, los sofistas.
Aristóteles también se distanció de estos enemigos de Platón y
Sócrates conocidos como sofistas.
Los sofistas eran
conocidos como unos mercenarios de la educación en la Atenas regida
por la democracia. Estos filósofos enseñaban a hablar en público a
ciudadanos que habían adquirido esta condición principalmente por
haberse alistado en el ejército y defender a Atenas de agresiones
externas. El recibir dinero por enseñar estaba mal visto en este
momento. Pero para participar en la asamblea o órgano que tenía el
poder legislativo necesitaban saber hablar en público para defender
sus intereses. Eso era lo que hacían los sofistas, enseñarles
retórica, oratoria y eurística a estos ciudadanos para saber
convencer en la asamblea de que sus intereses eran buenos.
Precisamente esta doctrina sofista de que el bien y la virtud es
subjetivo y relativo a cada uno y a cada sociedad era contraria a la
posición de Aristóteles. En efecto, Aristóteles afirmaba que, de
hecho, hay ciudadanos considerados por todos como ciudadanos
virtuosos, ese hecho es una prueba de que la virtud no depende de
cada uno ni es subjetiva. Por lo que, es necesario conocer cómo se
comportan estos ciudadanos para saber lo que es la virtud
objetivamente. Respecto a que el bien y el mal son relativos a cada
sociedad, Aristóteles estaba convencido de que Atenas y los pueblos
helénicos encarnaban la virtud y la excelencia respecto a los
extranjeros a los que llamaba bárbaros. Y esto lo hacía en base al
alto cultivo de la ciencia y racionalidad que se daba en los pueblos
griegos frente a los extranjeros, pues para Aristóteles la
racionalidad era la cualidad específica de los seres humanos frente
a los animales, cualidad que en Atenas se cultivaba más que en los
pueblos bárbaros. No obstante la situación de Aristóteles no es
muy distinta de la nuestra si en la actualidad queremos buscar y
elaborar nuestra propia doctrina.
En la actualidad, por un
lado, tenemos unos lobbies que promocionan el consumo. Lobbies que
parecen regirse por la doctrina sofista de tal forma que cada grupo
empresarial intenta ofrecernos una visión de su producto como un
servicio imprescindible para vivir bien. Así terminamos por
autoengarños creyendo que el móvil de última generación es
imprescindible, también el Ipad, el ordenador, tener muchos
seguidores en las redes sociales, vestir a la última moda, tener el
coche de moda, la moto, la bicicleta etc., pero, hasta qué punto
estos productos sean buenos para nosotros, eso es una cuestión que
necesitaría mucha reflexión, reflexión que los mismos lobbies
tratan de que no hagamos, incluso pese a la amenaza del cambio
climático. Vivimos en la prisa para no pensar y no pensar beneficia
a unos pocos. Además, vivimos en un mundo globalizado en el que no
existe el cosmopolita virtuoso sino que la globalización parece una
estrategia sofista para que los lobbies económicos puedan
deslocalizar sus empresas buscando un mayor beneficio, y aprovechando
el vacío de poder de una autoridad mundial que exija el cumplimiento
de los derechos humanos en todas partes. Por otra parte vemos en la
política justo el ejemplo contrario de lo que propone Aristóteles,
ya que vemos que va a la política no el ciudadano que todos
consideramos virtuoso, sino el que es voluble para corromperse y
pertenecer a partidos corruptos; incluso observamos que se realizan
prácticas totalmente contrarias al intelectualismo moral de Sócrates
y Platón, todos conocemos políticos que aprovecharon su puesto
político para obtener másters y títulos universitarios; por lo que
se refiere al placer, ni seguimos a Platón que lo rechazaba
totalmente, ni a Aristóteles que consideraba necesario educarlo, ya
que muchas personas caen en la adicción a las las drogas, al móvil,
el alochol, a la comida rápida, productos azucarados... Tener el
valor de pensar por un@ mism@ es algo que exige mucho esfuerzo,
aunque al final nos proporcione auténtico placer. Debemos
esforzarnos por este objetivo.